Harto se ha dicho ya que el 2015 es el año en que Marty McFly viaja al futuro en la ochentera “Volver al futuro”, el tema está prácticamente agotado a dos días del inicio del año. Pero no se repara en que el 2015 es también el año en donde transcurre Evangelion. No creo que haya nada relevante en el año en sí, su uso más bien se parece a cuando Andrés Bello incorpora un artículo adicional al Código Civil sólo para que termine en el 2525… un pequeño rasgo obsesivo que a nadie hace daño. Pero así como la elección es arbitraria, bien puedo usarla para hablar de la serie. Así, mi primer post para el año 2015 será un breve pero sentido homenaje a Evangelion.
Evangelion tiene cosas simples y delicadas, como cuando en el capítulo 4 incorporan acuarela para resaltar el campo y el ánimo de Shinji, y otras densas y complejas, el miedo, el terror, como enlace que une los organismos y a la vez los separa del resto. Pero por sobre todo Evangelion tiene un compromiso: que la adolescencia no es sólo una transición entre la infancia y la adultez, es una etapa en sí misma. Es una historia de adolescentes que viven la metamorfosis que los hará personas o fracasarán en el intento.
Por eso los protagonistas son Shinji, Rei, Azuka y en menor medida, la joven Katsuragi, y en su mundo conviven la voluntad de los adultos con los sueños de los niños. Las traiciones, amores y mentiras se mezclan con robots gigantes que pelean con monstruos extraterrestres. Y entre medio de ambos, del mundo de los niños y el de los adultos, está el suyo propio, el de sus propios capullos.
La historia es triste, pues ninguno de los tres logra, en ningún momento, escapar a las manipulaciones de los adultos. Pero al mismo tiempo, su mensaje es sabio. Ese que es claro en el incomprendido final original de la serie pero que también es el motivo que recorre todo el apoteósico final definitivo. La adolescencia sólo se abandona, el capullo se quiebra, cuando dejamos entrar a otros en nuestras vidas. Evangelion siempre muestra cada proceso, cada concepto, como algo grandioso en el que se juega el futuro de la humanidad, porque así lo ve un adolescente, pero el proyecto de complementación humana es eso, la vida compartida. Ya sea a pequeña escala, como en el final original, o la humanidad entera, como en el definitivo.
Evangelion habla del desastre ecológico, de la ciencia y de dios, de la salvación o condena humana, de la vida y la muerte, pero siempre a los ojos de tres (o cuatro) huérfanos adolescentes. Está dedicado a ellos, sin ingenuidad, libre de interés comercial. Si no la ha visto, véala y permítase sentirse adolescente, y si es un adolescente, véala y tal vez se sienta momentáneamente comprendido.